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Crisis de lactancia ¿Cuándo y por qué suceden?

 

Si te has decidido por la lactancia materna debes saber que existen determinados momentos en los que parece que todo se va al garete. Te entrarán dudas sobre si lo estás haciendo bien, si tu leche alimenta a tu peque o si por el contrario has dejado de producir, pero tranquila lo estás haciendo genial y ese sentimiento es consecuencia de las crisis de lactancia o como nos gusta más llamarlas, brotes de crecimiento.

La lactancia materna siempre debe ser a demanda. La producción de leche se regula mediante la demanda del bebé. A más succión más producción, pero a pesar de ello, existen situaciones en las que por diversos motivos los bebés parecen no estar satisfechos o incluso se muestran incomodos mientras maman.

Es importante conocer los patrones y ritmos con los que podemos encontrarnos según el momento en el que se encuentre nuestro peque. La lactancia no es siempre igual y tener este conocimiento te ayudará a comprender mejor a tu bebé, especialmente si surgen dificultades. Saber de la existencia de estos brotes de crecimiento evitará que te angusties, que comiences una suplementación con leche artificial innecesaria o que incluso dejes la lactancia.

Por suerte la mayoría de los bebés atraviesan estos brotes a una edad similar y esto nos permite comprender su comportamiento. Toma nota porque si eres una mamá lactante lo más probable es que te toque vivir estas etapas.

A los 15-20 días de vida

A las tres semanas el bebé seguramente haya recuperado el peso del nacimiento y la lactancia ya esté instaurada. Durante los primeros días de vida suelen comer y dormir en ciclos muy regulares y previsibles, pero llega este momento en el que el comportamiento se modifica:

  • Comienzan a ser mucho más demandantes, quieren mamar de manera continua lo que puede suponer estar al pecho cada 30 minutos
  • Lloran angustiados si no tienen el pecho en la boca
  • Echan mucha leche, regurgitan, pero quieren seguir mamando

Algunas mamás creen que esa mayor demanda se debe a que el bebé «se queda con hambre» o a que ella «no tiene suficiente leche». Pero estas creencias están lejos de la realidad.  Lo que está pasando es que el bebé está creciendo muy rápido y necesita aumentar la producción de leche de su madre y la única manera de conseguirlo es mamando sin parar durante unos pocos días. Una vez logrado el objetivo todo volverá a su ser y la lactancia recuperará el curso de demanda más tranquilo.

A las 6-7 semanas de vida

Hacia el mes y medio los peques y sus madres viven la segunda crisis de lactancia. De nuevo necesita aumentar el volumen de leche y sabe perfectamente como conseguirlo: aumentar el número de tomas y el tiempo que está al pecho.

Además, la composición y el sabor de la leche va cambiando en función de las necesidades nutricionales de tu peque. La leche empieza a tener un sabor más salado y este cambio puede no gustarle y provocar que se muestre irritable cuando está en el pecho, se puede poner nervioso, dar tirones, llorar y arquear la espalda o tensar las piernas.

En unos pocos días de nuevo la situación se normalizará.

A los 3 meses

La de los tres meses es quizá la crisis más “delicada y compleja” de todas. Este brote de crecimiento afecta de nuevo a la madre y al bebé, pero además es mucho más larga e intensa ya que tarda aproximadamente un mes en revertir.

En este momento hay cambios en la maduración del bebé:

  • No pide pecho tan a menudo y las tomas se vuelven más cortas.
  • Se distrae mucho más cuando está al pecho porque comienza a estar más atento a los estímulos externos. Interactúa mucho más con el medio que le rodea
  • Empieza a chuparse las manos y los dedos lo que se puede interpretar como una señal de hambre
  • Engorda menos
  • A menudo disminuyen también las deposiciones

Llegados a los tres meses los bebés son expertos, tienen una succión mucho más efectiva y en una toma de escasos minutos consiguen toda la leche que necesitan. Su visión mejora considerablemente, empieza a ver más allá de la cara de su madre y lo mismo pasa con el oído por lo que el entorno que le rodea pasa a ser mucho más atractivo.

A esto se suma que tú notarás tus pechos mucho más descongestionados, más vacíos o blandos, pero debes estar tranquila, confiar en tu cuerpo, porque nada de esto significa que tu leche no lo esté alimentando. Simplemente estaréis superando otra etapa del crecimiento de tu peque. Hasta ahora tus pechos acumulaban la leche para que tu bebé nada más ponerse recibiese alimento en la boca, pero ahora el sistema de producción ha cambiado. La glándula mamaria está preparada para fabricar la leche en el momento en el que el peque la requiera y esto supone tener un poco de paciencia porque ahora la leche tarda un par de minutos en llegar. Cambiamos el buffet autoservicio por un restaurante de calidad en el que hay que esperar al camarero para que lo entiendas.

Por todo lo anterior la crisis de los tres meses provoca que muchas mamás abandonen la lactancia.

A los 12 meses

Llegar al año de lactancia materna es todo un éxito así que si estás en este momento ¡enhorabuena! A menudo las madres se ven sometidas a una presión social bajo la creencia de que un niño o niña de esta edad ya es lo suficientemente mayor para seguir tomando teta. Hay veces que hasta los propios sanitarios insisten en el destete bajo la premisa de que así los peques comerán más alimentos sólidos pero lo cierto es que en torno a los 12 meses la mayoría de las bebés dejan de mostrar interés por la comida o comen menos y aumentan la demanda de pecho.

El por qué de la crisis del año es que a partir de esta edad los peques reducen su velocidad de crecimiento y por tanto necesitan una menor ingesta de comida, aunque no pase lo mismo con la demanda de pecho. Acabar con la lactancia en este momento solo causa que el peque reciba menos alimentos porque la leche materna sigue siendo nutritiva a partir de los 12 meses.

Como padres es difícil sobrellevar que tu bebé coma menos de lo que lo hacía hasta ahora, pero tranquilos en cuanto la velocidad de crecimiento se incremente de nuevo volverá a comer con mayor interés. Y esto sucede entre los 15 y los 18 meses aproximadamente.  El cuerpo es sabio y siempre se adapta instintivamente a sus necesidades.

A los 24 meses

La organización mundial de la salud recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y acompañada de otros alimentos hasta por lo menos los 2 años o más. Sorprendentemente al llegar a los 24 meses espera la última gran crisis de lactancia.

A esta edad vuelven a aumentar su demanda de pecho y lo hacen de forma nerviosa. De hecho, si la madre se lo niega o intenta aplazar la toma a los peques no les gusta nada la idea. El motivo es que a los 2 años se experimenta una etapa de desarrollo similar a la que se vive en la adolescencia. De hecho, no se si has oído hablar de la aDOSlescencia, una época centrada en el NO y la auto afirmación. Empiezan a ser capaces de hacer solos muchas más cosas, pero a la vez esta independencia les provoca muchas inseguridades y la forma de saber que todo va bien es mamando.

Esta última crisis suele durar unos meses y se acabará cuando el peque o la peque vaya adquiriendo más confianza y seguridad.

Falsas crisis

Siempre que el bebé se muestra más demandante y sobre todo cuando se despierta más a menudo por las noches se suele echar la culpa a la lactancia y la pobre no tiene nada que ver. A los 4 y a los 8 meses las familias viven dos falsas crisis.

En la primera de ellas el bebé empieza a dormir peor. En muchas ocasiones dormía durante horas seguidas y de repente todo se desbarajusta. El motivo es que a esta edad cambian los ciclos de sueño y se incorporan fases que al nacer no tenían. Se mantienen más tiempo en el sueño ligero y por tanto se despiertan más veces. A menudo esto se confunde con hambre y a pensar en que el problema está en la teta.

A los 8 meses el motivo de la desazón es la angustia por separación. Los bebés empiezan a ser conscientes de que son un ser independiente a su madre y piensan que si no la ven la pierden. En consecuencia, por las noches despiertan muchas veces angustiados y quieren tener el pecho en la boca todo el rato para evitar que su mamá se marche.

Ambos casos requieren tiempo y maduración por parte de tu peque así que acabar con la lactancia no solucionará el problema.

Consejos para superar los brotes de crecimiento

  1. Nunca pierdas la confianza en ti ni en la capacidad que tiene tu cuerpo para alimentar a tu bebé. Nuestro organismo es un regalo, el mejor que podíamos dar a nuestros peques porque es sabio y sabe en cada momento cuales son sus necesidades
  2. Ten paciencia. Ninguna crisis es eterna y poco a poco todo volverá a la normalidad.
  3. Pide ayuda a tu pareja o familiares en todo aquello que necesites para que tú te puedas dedicar a tu bebé y a ese momento difícil que estáis viviendo
  4. Busca un lugar tranquilo para amamantar. Cuando un bebé se encuentra en pleno brote de crecimiento es útil darle el pecho en penumbra y en silencio. Cuantos menos estímulos externos haya más tranquila y mejor irá la toma.
  5. Da el pecho a tu bebé antes de que se enfade. No esperes a que llore para darle de mamar.
  6. No le obligues a comer. Igual de importante ofrecer a demanda que respetar la sensación de hambre de tu peque. Obligarle provocará probablemente justo lo contrario de lo que quieres, puede suponer un rechazo real por parte de tu bebé.
  7. Si te ves desbordada busca una asesora de lactancia que te pueda acompañar o inscríbete en un grupo de lactancia, muchas veces conocer la experiencia de otras mamás nos ayuda a normalizar la situación.

 

Como ves la lactancia materna no será un camino de rosas, pero poseer la información sobre las dificultades que te puedes encontrar en el proceso ¡te empoderará! Y te ayudará a seguir adelante hasta que tú y tu bebé decidáis que ha llegado el momento del destete. Solo tu decides cómo vivir tu lactancia.



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